sábado, 25 de julio de 2015

Día del amigo con una nueva amiga: Irina

19 de julio - 20 de julio
Con un camino trazado gracias a Stefan que conoce la zona y a Bâerbel que la había recorrido un tiempo atrás comenzamos a pedalear por pequeños senderos, campos con girasoles, pozos de péndulo, rutas desiertas y nuevamente los pueblitos pequeños quedaban atrás: Szabadszállás, Kisizsák, Izsák, Orgovány, Nemzeti Park, Kiskunmajsa...
Quique miró su aplicación de cuentakilómetros, marcaba 72 kilómetros y eran las 13, habíamos pedaleado a 14 kilómetros de promedio! Pero el calor era agobiante así que dormimos una siesta hasta que baje un poco el sol. Al ver el mapa aún quedaban otros 70 kilómetros hasta llegar a Szeged que era nuestro objetivo: acampar en la desembocadura del Maros en el río Tisza. Seguimos con buen ritmo y all llegar a la ciudad compramos comida y una merecida cerveza helada, ya sabíamos la lección que si tomábamos la cerveza antes no llegábamos ya que nos relajaba bastante. 
Llegamos al centro de Szaeged a las 10 de la noche pedaleando por la peatonal hasta un Mc Donald que sabíamos que tienen wifi gratis. Por suerte Irina, una chica Rumana de la ciudad de Arav, nos había confirmado hospitalidad para el 20 de julio. 
Seguimos pedaleando junto al río y buscábamos la desembocadura del río Maros para acampar pero estaba completamente oscuro, avanzamos unos kilómetros por un montículo de tierra y cada tanto pasaban bicicletas con luces, personas hablando y perros ladrando. La oscuridad le agrega siempre a los escenarios la incertidumbre de no saber que hay. Encontramos una luz y Quique me dice: José pedaleamos 138 kilómetros! El cansancio, el hambre y la sed generó una pequeña discusión del lugar donde dormir. Yo quería dormir sin armar la carpa ya que no daba mas pero era muy público y Quique quería acampar en medio de la oscuridad. Así que después de deliberar los pros y los contras optamos que era mejor en medio de la oscuridad. 

Por la mañana descubrimos que el ferry no funcionaba hace tiempo así que tuvimos que volver un poco hasta un puente y cambiar de camino. Pero siempre pedaleamos junto al rio Maros hasta llegar primero a la ciudad de Makó y unos kilómetros después a la frontera Húngara-Rumana en Nädlac. 
En la frontera tuvimos que esperar dos horas y media por un "problema de la computadora", en realidad fue una cuestión de corrupción aduanera ya que mientras nosotros esperábamos cruzaban vehículos de transporte informal lleno de Búlgaros y siempre remolcando algún auto sin patente detrás. Los paraban unos minutos, la policía les sacaban los pasaportes. Luego pude ver al conductor que metía la mano en el bolsillo ponía un billete dentro de otro pasaporte y le acercaba ese pasaporte a la policía Húngara. El Policía entraba en una oficina, desde donde yo estaba podía seguir todos los pasos y el policía sacaba el billete y lo guardaba. Unos minutos después los Búlgaros pasaban sin problemas. La policía Húngara esperaba que nosotros hagamos lo mismo y cada vez que le preguntaba por nuestros pasaportes me decía: The computer doesn't work. 
Decidimos relajarnos y al ver que no preguntábamos mas nos dieron los pasaportes sellados y lo mismo ocurrió con la policía Rumana. 
Nuevamente en la ruta y después de unas horas de camiones que nos pasaban muy cerca llegamos hasta la ciudad de Arav y luego a Vladimirescu donde vive Irina con su hija María de 7 años en un tranquilo barrio.
Irina dijo: Maria es un poco tímida y sólo bastó para que le haga una broma y comenzó a hablarme y hablarme en Rumano, salimos al jardín y me mostró sus muñecas, los árboles frutales y le saqué algunas fotografías. Aproveché y le pedí que me recuerde como eran los números en Rumano y así una niña de 7 años le enseñaba a un profesor de Matemáticas de 46 los números! 
Habíamos pedaleado en dos días 258 kilómetros así que nos duchamos, luego Irina sacó una sandia helada de la heladera y perdí todos los modales del anfitrión y comí mas de lo normal. (Media sandia) Hasta Quique me miró y me dijo: aflojá! 
Nos ofreció a recorrer gentilmente la ciudad o cenar en su casa, pero declinamos la oferta y le dijimos que preferíamos charlar y estar en un hogar!. Preparó pasta con espinaca y crema y brindamos por el día del amigo. Luego nos contó en detalle su trabajo de Recursos Humanos en una empresa de construcción para multinacionales. Irina hablaba un excelente inglés y nos contó que una de las razones de recibir viajeros era que hacia un año y medio se había separado y su hija Maria estaba acostumbrada a ver personas en su casa de los encuentros con amigos, pero nos comentó Irina que después de divorciarse los amigos desaparecieron. Entonces con la hospitalidad cada tanto su hija vuelve a ver amigos y el cambio no es tan brusco. 
La charla continuo, hablamos de la confianza entre extraños que se genera por la reputación entre amigos en común y que las experiencias de recibir "extraños" siempre había sido muy positiva. Nos contó de sus viajes y nosotros de los nuestros.
Por la mañana desayunamos y nos ofreció damascos de sus árboles frutales. Al salir se veían los Cárpatos así que apuntamos rumbo este siguiendo el Maros que ahora en Rumano se llama Mures!  


Siempre las cigüeñas nos acompañan



Nuevamente camping agreste en la desembocadura del Maros





Irina: nuestra anfitriona en Vladimirescu (Arav)

No hay comentarios:

Publicar un comentario