jueves, 13 de agosto de 2015

Turquía nuestro octavo país!

Nos despertamos con un poco de dolor de cabeza, saludamos a Teodoro y pusimos rumbo sur-oeste hacia la parte más alta de las montañas de Strandzha, la distancia a la frontera era sólo de 10 kilómetros pero todo en subida. A medida que íbamos dejando atrás el pueblo de Marko Turnovo, era como dejar atrás Europa y gran parte de nuestro viaje terminaba. Cuando me daba vuelta se veía un gran valle, colinas y bosques. El camino estaba plagado de ciruelos y frambuesas, así que aprovechamos a desayunar. 
Parecía que la frontera se iba corriendo ya que no llegaba más, el único dato objetivo era un cartel que decía: Turquía 3 kilómetros! 
Cruzamos la frontera Búlgara sin problemas y después de un kilómetro la bandera roja con la luna menguante blanca flameando nos indicaba que habíamos llegado a Turquia. Lo primero que vi fue un ejemplo de lo que vería de ahora en mas y era la vida social callejera masculina: tres turcos tomando té en vasitos de vidrio junto a una tetera calentada a leña, fumando con una larga pipa y entre ellos hablaban muchísimo en un idioma que no podía descifrar una palabra, bueno sólo una: Merhaba! (Hola!)
Comimos una lata de sardinas con tomate en la frontera Turca y disfrutamos de todo lo nuevo que veíamos. Estábamos en nuestro octavo país! 
Todo lo que habíamos subido ahora era en bajada, el camino se hizo muy aburrido hasta la ciudad de Kirklareli ya que es sólo autopista. Aún nos faltaban sólo 180 kilómetros y la mayoría era de autopista y nuestro vuelo a Londres era en cuatro días, así que tenía más sentido tomar un colectivo a Estambul y caminar los 180 kilómetros en Estambul recorriendo y aprendiendo.









Típico vaso de te turco

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